jueves, 5 de mayo de 2011

Textos sobre literatura maravillosa




Los chicos trabajaron con algunos elementos sobre literatura maravillosa, y valiéndose de mapas antiguos produjeron estos textos:

La Avaricia lleva al fin del mundo
Valentina Martín



Justo el mismo día, el 20 de octubre de 1703, salían tres barcos llamados Andrina, Juliet y Esmeralda. Cada uno de un lugar distinto.

Andrina salía de Niza, Juliet de Francia y Esmeralda de Londres. Las tres salían en busca de la famosa isla Picton, famosa por los animales que guardaba en sus bosques y tesoros de oro bajo tierra.

A esos barcos, no lo manejaban capitanes sino capitanas con el mismo nombre de sus barcos. Ninguna se conocía pero salían como muchos otros barcos, con el mismo destino.

Todo era una lucha, entre capitanes y capitanas, en ver quién volvía a su país y con qué novedades.

Luego de andar unos tres meses, ya veían de lejos su destino tan esperado.

De pronto Juliet, desembarcó en una isla pequeña, bajaron los tripulantes y se encontraron con absolutamente nada, y al rato vieron desembarcar dos barcos más. Eran Andrina y Esmeralda. Entre ellas había algo que les impedía hacerse amigas: la famosa isla.

Esmeralda se encontró un animal fucsia de dos patas y una cabeza muy pequeña y verde, todo tenia doble menos la cabeza. Esmeralda veía que mientras caminaba dejaba unas piedras muy brillantes de colores intensos. Ella las empezó a juntar mientras caminaba.

Luego embarcaron de nuevo los tres barcos y siguieron en busca de la isla Picton. En el barco de Andrina, mientras todo estaba en orden, ella se dio vuelta y se encontró con una niña muy pequeña, con un vestido celeste y un bordado que decía Juliet. La niña le entrego unos pequeños pedacitos de papel, que resultaron ser un mapa, y la niña luego se fue. Esos pedacitos eran del único mapa que llevaba Andrina y sin él no podría continuar el viaje. En eso el barco da un gran golpe contra la isla Grevy, ella se dio cuenta porque cuando fue al escritorio había un pequeño papel con aquel nombre.

Andrina bajó y se dió cuenta de que su barco se había roto, y nada podía hacer, ya que no poseía la fuerza de un hombre para aquel trabajo duro. La isla Grevy, era un lugar muy boscoso, árboles de todos tamaños, y sobresalía de la isla un gran volcán. La isla tenía un clima muy caluroso. Animales raros aún no había visto, pero mientras juntaba provisiones, ya que se debería quedar, tras una roca volvió a ver a la niña Juliet, pero vio de atrás y con un pelo largo hasta la cintura , Andrina le dijo:

- Ven Juliet.

Y la niña dijo con voz de vieja y amarga:

- No soy Juliet , me llamo Esmeralda ahora.

Y Esmeralda se dió vuelta. Cuando Andrina la vió, se quedó inmóvil, la que parecia la dulce niña se había convertido en la amargada vieja. Tenía el cuerpo de la niña y la cara arrugada de una vieja. Esmeralda poseía anillos con piedras preciosas, pulseras y collares con piedras preciosas.

La vieja tenía un collar que decía:

“Una vez Juliet y finalmente Esmeralda”, en ese momento Andrina comprendió todo, sus enemigas se habían unido.

Luego la joven Andrina, se puso a juntar madera, cuando se cruzó con el animal colorido que dejaba las piedras brillantes mientras caminaba, Andrina intentó agarrar una piedra y se apareció Esmeralda gritando:

- ¡No la toques! Rubí es mía y sus piedras igual.

Andrina la miró y siguió con lo suyo.

Todo lo que ella hacía para tratar se sobrevivir se aparecía Esmeralda y lo arruinaba. Con el tiempo Andrina comprendió que la avaricia de Esmeralda por esas piedras brillantes había acabado con Juliet y su barco ya que ahora vagaba por las otras islas con un barco el doble de grande.

Andrina estaba paranoica, ya no soportaba a la vieja, así que decidió escalar el volcán y fijarse si habia alguna otra isla cerca.

Así como se propuso, subió al volcán y casi llegando al final, se encontró con un duende llamado Berkelio y a su esposa llamada Platina. Entre los dos le contaron que Esmeralda, se había vuelto la mujer más ávara del mundo desde que por primera vez vio las piedras brillantes. Y que el mundo se enojaría y acabaría con todo, por eso ellos estaban haciendo la valija para irse a vivir a Júpiter. Andrina les suplicó y suplicó que la llevaran, y ellos se lo negaron.

Se despidieron y el duende y la esposa se fueron dentro de la valija. Luego de eso en la isla todo comenzó a temblar. Hasta que Andrina vio desde arriba del volcán un cabo y antes de que Berkelio y Platina se alejaran mucho les pidió si la llevaban hasta aquel cabo. Una vez ahí Andrina trepó el faro y desde allí vio el fin del mundo…

fin

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El náufrago muerto

Mercedes Ramos Manessi


Mi nombre es Oglander, y fui el comandante del legendario barco British Envoy. Todo iba bien en mi 3° viaje, hasta que el capitán se distrajo y chocamos contra los altísimos peñascos de una desierta isla desconocida. Todos morimos…

Como a cada muerto, se me encomendó una tarea: buscar vacas de tres cabezas. A mi amigo Lawerence, le tocó buscar sobrevivientes del barco Crown of Italy. Suertudo.

Como fantasma, vagué por muchas islas. Por islas llenas de vida, árboles altísimos y monos de diez ojos. También por islas sin más que piedras y agua, con horribles monstruos sin piernas ni brazos. Pero nunca encontré vacas de tres cabezas.

Para descansar (porque hasta los fantasmas se cansan), elegí unas simpáticas islas llamadas Islas Wollaston, según me dijeron sus habitantes, cíclopes cocineros y unicornios de dos cuernos. Las islas eran hermosas, con mucha vegetación y playas de arenas blancas.

Un día cualquiera, vagando por las islas Bayiy, un Leprechaun se me acercó y me dijo que me podría librar de mi condena fácilmente. Me dijo que tenía una vaca de tres cabezas que me daría a cambio de mejillones, que yo debería buscar. Me mostró un mapa gigante, y yo elegí un lugar, sin nombre, Creo que era una bahía.

Con mucha magia, el Leprechaun me dejo allí, y me dijo que me pasaría a buscar en tres horas.

Recorrí toda la bahía, y ni rastros de mejillones. Creo que se debía a que e lugar era totalmente inhóspito, sin vida, ni siquiera plantas o insectos. Solo piedras, grandes y pequeñas, enmarcadas en un cielo gris, que transmitía tristeza. O tal vez se debía a los continuos disparos que se escuchaban a lo lejos. Al rato apareció un auto lujoso transportando a un tal Capone, cuyos asistentes llamaban “padrino”. Dio tres disparos más, uno de los cuales me atravesó, y se alejó en un gigantesco barco a vapor.

La bahía quedó silenciosa, sin vacas de tres cabezas o mejillones.

Al rato, el Leprechaun me pasó a buscar, y me retó enojado por no encontrar nada. Antes de abandonar la bahía, con bronca, y aprovechando su falta de nombre, la nombré: Bahía inútil.

Esa noche, me encontré con mi amigo Lawerence. Me dijo que no había tenido suerte. Ningún sobreviviente en el Crown of Italy. Mañana veremos. Tal vez nos dejen buscar sobrevivientes en el Indian Empire, que anda dando vueltas por acá. Pero algo es seguro: al menos por esta zona, vacas de tres cabezas no hay.

Fin de la 1° parte

El náufrago muerto 2

El encuentro con los nativos


Era una fría tarde en la colorida y animada bahía de la isla Wollaston, cuando los vi llegar.

Estaba con mi amigo Lawerence, jugando a las cartas-mono, esperando que algún barco encallara (me dejaron cambiarme de tarea) cuando en el horizonte apareció una especie de barca, toda hecha de maderas, con fuego en ella, y una especie desconocida de personas, semidesnudas.

Lawerence se horrorizó por la desnudez de esas “personas” (si es que puedo llamarlas asi), se tapó los ojos y huyó hacia la gigantesca selva que se extendía tras la playa.

Yo me quedé observando. Llegaron a la playa, desembarcaron, y yo me hice invisible para pasar desapercibido. Por desgracia, esa fría tarde, había viento en la playa. Sus “taparrabos” se movían continuamente, por lo que vi cosas muy desagradables…. Y supe que eran humanos.

Los seres inspeccionaron la playa, y parecían reconocer todo el ambiente, y alegrarse de que las cosas estuvieran en su lugar. Por eso fue que deduje que eran nativos de ese lugar, pero por alguna razón, habían emigrado hacia tierras lejanas, que ni yo con mis largos viajes conocía.

Pasados unos minutos de observación, decidí mostrarme.

Los nativos me miraron, se impresionaron y murmuraron entre ellos. Uno se me acercó, y se inclinó como un súbdito lo hace ante su rey. Luego me habló:

_ Loiuy metr poy rewo lju gres bui mes agip uiopade _

No había entendido ni mu. Pero se nota que los nativos creían que si, porque me sonreían y me señalaban un camino entre la espesa jungla, que hubiera jurado que hasta hace unos minutos no estaba. Decidí hacerles caso, total era un fantasma, no me podía pasar nada.

Era increíble lo que vi. Una gigantesca ciudad, compuesta por miles de edificios de piedra, pirámides diez veces más altas que las de Egipto, ríos de aguas cristalinas, corriendo entre las rocas, árboles con frutos exuberantes, pájaros enormes poblando el cielo, y nubes de formas extrañas.

Me condujeron hasta una pirámide de las más altas que había. Su aspecto por fuera era impresionante, colorida, tallada, y emanando alegría.

Pero por dentro, el panorama era otro. Las paredes negruzcas y manchadas con lo que parecía sangre seca, pasillos demasiado angostos y ventanucos minúsculos, que apenas dejaban entrar unos rayitos del radiante sol de afuera. De pronto, los nativos me agarraron de los brazos y me llevaron hasta un altar de sacrificio. Sentí terror, aunque sabía que estaba muerto.

_iol unomp sert yu mhger tyfer wxqa polñ injb sjox_

Esto último lo gritaron, y uno de los nativos se dio vuelta bruscamente, y atrapó al pobre Lawerence, que al parecer, nos había estado siguiendo.

Nos apretujaron a ambos en el altar, y el nativo mas musculoso y grande, levantó un arma desconocida, y nos destruyó el pecho con ella. Sentimos un dolor insoportable. Qué horror. Morir dos veces. Y ambas en tragedia.

Aparecimos en un lugar muy blanco, rodeados de lo que parecían nubes. En un rincón de ese extraño lugar, había una especie de puerta, que llevaba a un lugar que presentía, maravilloso.

_Nos libramos de nuestra condena, Lawrence. Somos parte de ese reducido grupo que logra ser libre_

Lo miro. Esta en un rincón mirando al vacío. Le ofrezco mi mano. El me mira, me sonríe y la toma. Se incorpora y me mira a los ojos.

Yo también le sonrío, y le indico el camino con mi mano libre. El asiente, y juntos emprendemos el milagroso camino hacia un lugar mejor.

Fin

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